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Mensaje Episcopal Parte I y aviso número 8 sobre COVID-19.

El discurso de la obispa Stanovsky para las Conferencias Anuales virtuales de septiembre de 2020 se publicará por escrito en tres partes antes de las sesiones programadas para el 15, 16 y 17 de septiembre.  Hoy recibes la Parte 1, que también es el aviso número 8  sobre COVID-19. En las próximas semanas recibirán la Parte 2: Desmantelando el Racismo y la Parte 3: Re-imaginando el Metodismo Unido: Alaska, el gran área del Noroeste, la Jurisdicción del Oeste y La Iglesia Metodista Unida. La obispa ofrecerá una descripción general en línea durante las sesiones de la conferencia anual.  Envíe sus comentarios o preguntas a bishop@greaternw.org  escribiendo en el encabezamiento: “Dirección episcopal”.

Por el amor de Dios,

QUÉDATE EN CASA
USA UNA MÁSCARA
MANTENGA LA DISTANCIA FÍSICA
PERO NO BAJES LA GUARDIA

business sign in Rosalyn, Wash.
A sign outside a business in Rosalyn, Wash.

Ayer fue el sexto mes de mi primer aviso pastoral sobre COVID-19. No sabíamos mucho sobre el coronavirus y la pandemia que causaría el 27 de febrero.  No sabíamos que celebraríamos la Pascua de Resurrección en línea. Que la Conferencia General en mayo se pospondría, las Conferencias Anuales en junio y la Conferencia Jurisdiccional en julio serian canceladas. No podíamos imaginar el cierre de los cines. Los restaurantes abrirían solo para vender comida para llevar. Los seres queridos estarían aislados de las visitas en hospitales o en residencias de ancianos. No imaginamos que pasaríamos la primavera, el verano y entraríamos en el otoño con restricciones en las reuniones sociales, los viajes, la actividad económica y las escuelas. Nos encontramos en un desierto. La Biblia sabe lo que es vagar por el desierto. La Biblia está llena de historias, lamentos, ánimos, amonestaciones, pautas para personas que, de vez en cuando, se encuentran errantes, desanimadas, inseguras, perdidas.  Entonces, pueblo de Dios, escuchen. Dios no nos ha abandonado.

NO DEJES DE AMAR A TU PROJIMO (VECINO) COMO A TI MISMO

“Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que este, dar la vida por los amigos “.

– Juan 15: 12-13

Sacrificar la libertad personal para salvar vidas

Para salvar vidas, prevenir efectos en la salud a largo plazo, frenar la propagación del COVID-19 y promover la recuperación económica sostenible a largo plazo, los Metodistas Unidos en el Gran Noroeste continuarán alabando a Dios y sirviendo a sus comunidades bajo las disposiciones establecidas en el documento de Re-imaginando la vida juntos en el futuro inmediato.

El riesgo del coronavirus no ha quedado atrás. Si bien la propagación de la enfermedad está disminuyendo en algunas áreas, también está aumentando en otras, ya que las oleadas de propagación comunitaria la llevan a comunidades rurales previamente intactas y algunos expertos predicen nuevos casos este otoño en áreas donde las escuelas y otras reuniones sociales se reinician en persona, y a medida que bajan las temperaturas, que la gente se muda al interior y comienza la otra temporada de resfriados y gripe.

Al mismo tiempo, una “creciente insensibilidad al peligro del virus” [i] significa que nuestro sentido colectivo de riesgo está disminuyendo y conduce a un comportamiento descuidado que promueve la propagación de la enfermedad.

Este es una ocurrencia natural y predecible: “Cuanto más estamos expuestos a una amenaza determinada, menos intimidante parece….  Debido a que la percepción del riesgo falla a medida que aprendemos a vivir con COVID-19, … los investigadores … ven … el estricto distanciamiento social, el uso forzado de mascaras fuera del hogar y las órdenes de permanecer en el hogar como quizás las únicas cosas que pueden protegernos de nuestro propio juicio erróneo. … Nuestra tendencia a ver el riesgo únicamente a través del prisma de la emoción … nos puede afectar durante una pandemia “.

Esta insensibilidad a la realidad del riesgo se ha combinado con un énfasis en los derechos individuales para alimentar la rebelión de algunos contra las restricciones a las reuniones sociales, la negativa a usar cubiertas para la cara y los llamados a la destitución de los funcionarios públicos que abogan por tales medidas. Los activistas por las libertades individuales incluso llevan armas a las protestas y a las oficinas gubernamentales para hacer valer su punto.

Desarrollar tolerancia al riesgo es una buena estrategia de afrontar si usted tiene un miedo agobiante a las alturas, las multitudes o los espacios cerrados.  Es peligroso si da como resultado un comportamiento de riesgo que causa una mayor propagación comunitaria de un virus que conduce a más casos, hospitalizaciones y muertes.

Pregúntese, ¿QUÉ HARÍA JESÚS? Lávese las manos con jabón o desinfectante para manos. Quédate en casa todo lo mas que puedas. Use cubiertas faciales en público. Mantente socialmente distante. No se reúnan en grupos grandes. ¡Y sé amable con todo eso! No se vea triste (Mateo 6: 16). Estos son pequeños sacrificios que salvan vidas ante una pandemia que ha matado a 180,000 personas en los Estados Unidos y está lejos de terminar. Piense en este sacrificio como actos de amor a Dios, a uno mismo y al prójimo.

Cuando se encuentre con otras personas en la calle o en la tienda de comestibles, ya sea que tengan la cara cubierta o no, deje que sus ojos se encuentren con sus ojos, como una afirmación de que los ve, tal vez usted diga al menos “hola” y ofrezca una oración en silencio: “Que Dios los bendiga y los guarde”. Así es como se comportan los cristianos al tratar de obedecer la reverencia de Dios por la vida.

Profundizar relaciones de cuidado espiritual

La pandemia presenta riesgos mas allá de los de la infección por coronavirus. El aislamiento social y la ansiedad a largo plazo son peligros para la salud mental, espiritual y social. Escuchamos informes de aumento de abuso doméstico, crimen, abuso de sustancias, depresión y otras enfermedades mentales. La pérdida de empleo y la inestabilidad económica ejercen presión sobre las personas, las familias y las comunidades.

La mayoría de nuestras iglesias se han adaptado muy rápidamente para proporcionar formas para que la comunidad se reúna de forma remota: en línea, en autoservicio, al aire libre a distancia, por teléfono, enviando sermones y boletines escritos. Algunos tienen redes telefónicas activadas. Esto ha sido maravilloso!.

Además de las reuniones de grupo, a medida que avanzamos hacia el otoño y el invierno, ¿cómo fomentarán nuestras iglesias redes de conexión humana mientras continúen las distancias y el aislamiento? ¿Cuál es nuestro plan a largo plazo para fomentar las relaciones de compañerismo espiritual, aliento y oración entre personas que pueden tener redes sociales limitadas?  ¿Cómo nos aseguramos de que nadie en nuestras comunidades se quede sin contacto humano día a día y semana a semana?

¿Podríamos desarrollar redes de Compañeros en el Peregrinaje (COJ), que se comprometan a mantenerse en contacto semanalmente y a estar disponibles entre ellos según sea necesario? ¿Podría un equipo de personas en una congregación buscar recursos en línea de escrituras proféticas poderosas, himnos, poesías, oraciones para publicar en el sitio web de la iglesia o en la página de Facebook para alimentar la vida espiritual de las personas?

AMA A DIOS CON TU CORAZÓN, ALMA, MENTE, FUERZA

Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto .; Y no solo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero, si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia.

Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.

– Romanos 8:22-26  

No te quedes en el mismo sitio Espiritualmente

Para combatir el deterioro de la salud mental, emocional y espiritual que muchos experimentaron durante la pandemia de COVID-19, llamo a los Metodistas Unidos a regresar al pozo profundo del amor y la gracia de Dios, revelados en Jesucristo, mientras recordamos, refrescamos, recuperamos la fuerza espiritual y el valor de nuestra fe conservado en las Escrituras, Himnos, Oraciones, Enseñanzas y Prácticas de nuestra Iglesia. Y hago un llamado a las nuevas generaciones para que nos guíen hacia nuevas expresiones y prácticas que tengan el poder de bendecir a las personas en esta pandemia con fortaleza y resistencia.

Nada es igual en nuestras iglesias desde que COVID-19 nos obligó por primera vez a “protegernos” con órdenes de permanecer en casa, en marzo y abril le pedí a las iglesias del Área del Gran Noroeste (Conferencias de Alaska, Oregón-Idaho y Noroeste del Pacífico) suspender el culto y cerrar sus edificios a partir del 13 de marzo.  Sin apretones de manos, sin comunión, sin círculos de amistad, sin imposición de manos, sin pasar la paz, sin cantos, sin reuniones, sin comidas compartidas, sin horas de café, sin visitas al hospital, visitas domiciliarias, círculos de oración, cuidado de niños , bancos de alimentos, reuniones de AA, etc.

Escucho de algunas de nuestras iglesias la urgencia de reunirnos nuevamente en persona, en el santuario, en nuestros bancos familiares, para cantar nuestras canciones amadas como si nuestro amor cristiano del uno por el otro se marchitara y muriera sin sus formas de expresión tradicionales, como si Dios no está presente excepto cuando la comunidad está reunida. Como si no pudiéramos apoyarnos unos a otros sin proximidad física. Como si incluso las respiraciones que tomamos no estuvieran llenas del aliento vivificante del Espíritu Santo. Nuestra dependencia de los signos sensoriales crea en nosotros una tendencia a quedarnos en el mismo lugar y esperar hasta que podamos celebrar de la forma en que estamos acostumbrados a encontrar consuelo.

La Iglesia Metodista Unida ha trabajado muy duro para encarnar el amor de Dios en nuestras reuniones de adoración, estudio y compañerismo, en nuestro servicio voluntario, abogando por una política pública justa, proporcionando comidas, dando la bienvenida a nuevos inmigrantes, cuidando a las familias. Tenemos un fuerte enfoque en la fe encarnada, la fe en acción en el mundo que puedes ver, oír, oler, saborear y tocar. Creemos que la fe estaba viva en la presencia física de Jesús mientras caminaba por las aldeas, tocaba y curaba a los enfermos, devolvía la vista a los ciegos, ordenaba a salir los demonios, compartía el pan, el vino en el Aposento Alto y un desayuno de pescado. Y creemos que nuestra fe tiene expresiones físicas concretas. “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2:17).  Y sin embargo, debajo o detrás del mundo de nuestros sentidos, hay otra realidad.  La Biblia lo llama el mundo de las “cosas invisibles”. [Ii] La fe que mira hacia afuera debe equilibrarse con una teología del espíritu que afirma que hay más en la fe de lo que podemos ver, tocar, gustar, oír y oler. También hay una interioridad en la fe. Debajo de toda evidencia sensorial, Dios toca nuestros corazones con experiencias tan inmediatas y poderosas que no pueden ser descartadas.

Debemos echar raíces más profundas. No debemos conformarnos con una fe que nos defrauda cuando los tiempos son difíciles, el camino es oculto y sombrío. La iglesia cristiana debe esforzarse por ser un faro de esperanza en los tiempos más oscuros. Cuando no podemos ver ninguna evidencia de la gracia redentora de Dios, el “ojo de nuestro corazón” ve lo que no se ve. Cuando no se escucha ninguna palabra de aliento, el Espíritu Santo habla a nuestro ser interior.  Cuando lloramos, “¡Abba! ¡Padre!” es ese mismo Espíritu [de Dios] que da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si somos hijos, también herederos de Dios y coherederos con Cristo. (Romanos 8: 15-17).

Cuando lees en la Biblia acerca de la luz, el amanecer, la lámpara, el fuego, el resplandor, el sol, se habla de la forma en que Dios abre nuestros ojos y nos ilumina para ver las cosas del espíritu que no se pueden ver.

Abre mis ojos para que pueda ver …
     Abre los ojos de mi corazón Señor…
     ¡Ciegos! He aquí que viene tu Salvador …
     Sé tú mi visión, oh Señor de mi corazón …
     Lámpara es a mis pies tu Palabra, y lumbrera a mi camino… 

Algunos de nosotros hemos leído y cantado estas palabras toda nuestra vida. Ahora es el momento de vivir y brillar en los días oscuros de enfermedad, aislamiento, miedo y división. Aprendemos esto en un tiempo como este.

Mi fe no depende de la reunión en persona, de los elementos de la comunión y del bautismo, de la imposición de manos o del beso de la paz. Amo todo esto, enriquecen mi fe, y ciertamente ayudan a mantener viva e inmediata mi participación en la comunidad de fe.  Pero, en medio de una pandemia, sentado en mi escritorio en la esquina de mi habitación aislada mientras escribo, Dios vive en mí, me habla, me da esperanza, me motiva para que actúe, me acelera el corazón. “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. (Hebreos 11: 1)

En el próximo año, prometo liderar el Gran Área del Noroeste para que inviten a sus miembros, amigos a ampliar y profundizar sus vidas espirituales, no de una manera que nos vuelva hacia adentro, lejos de nuestras comunidades y del mundo, sino de una manera que fortalezca nuestros corazones con valor para comprometernos con nuestras familias, vecinos y extranjeros en momentos en que la evidencia de la presencia y la bondad de Dios es escasa.

Por la tierna misericordia de nuestro Dios, el amanecer de lo alto brillará sobre nosotros…Para dar luz a los que se sientan en tinieblas y en sombra de muerte… Para guiar nuestros pies por el camino de la paz.                    
– Lucas 1: 78-79                              


Obispa Elaine JW Stanovsky
Área Episcopal del Gran Noroeste

[i] “How our brains numb us to COVID-19’s risks – and what we can do about it,” Elizabeth Svoboda, The Washington Post, published in The Seattle Times, August 24, 2020

[ii] Romans 8: 18-25, 2 Corinthians 4: 18, Hebrews 11:1

RESERVE LA FECHA: Celebrando el Área del Gran Noroeste en Septiembre 20, 

Fiesta después de nuestras Conferencias Anuales. Estaremos celebrando en las tres diferentes Zonas de tiempo.

Después de que las Conferencias Anuales del Gran Noroeste se hayan reunido el 15, 16 y 17 de septiembre, unámonos todos para compartir nuestros desafíos y triunfos mientras celebramos quiénes somos como el Área del Gran Noroeste el domingo 20 de septiembre a las 3 PM hora de Alaska, 4 PM Hora del Pacífico y 5 PM hora de la montaña.

 Únase a la obispa Elaine JW Stanovsky y a otros invitados mientras reflexionamos sobre este momento en la vida de nuestras iglesias y comunidades, luchando contra el COVID-19, Desmantelando el racismo y Re-imaginando la vida juntos, y escuchemos los planes para el próximo año.

Más detalles adelante.


Translated and adapted by: Rev. Cruz Edwin Santos, Director of Hispanic/Latinx Ministries Office of Connectional Ministries Pacific Northwest Conference